Nota de Hernán T. Zorrilla para el diario El País, 16/10/2022
Precio provisorio mejora en 25 centavos de dólar frente al depósito de junio, el área desciende en un 5% y los costos se elevaron en un 15%. Panorama desafiante para el sector arrocero uruguayo, pero con luces en el horizonte.
Mientras se esperan lluvias en el territorio nacional, las condiciones climáticas, exceptuando las exageradas bajas temperaturas, han favorecido el desarrollo de una siembra que se acerca a su final y pone inicio a una nueva zafra arrocera. Saman, principal industria del país en el rubro, concentra una cifra cercana al 45% de la superficie total. “La distribución geográfica es parecida a la del total del arroz uruguayo, con 8 plantas en las 3 zonas de cultivo”, comenzó diciendo Raúl Uraga, gerente de operaciones de Saman. “En nuestro caso prevemos una reducción de un 5% frente al año pasado y un 2% se debe al deterioro de las condiciones de negocio”. Al día de hoy, se estima que los costos de una hectárea se ubican en US$ 2170, mientras que en la campaña pasada partían de US$ 1870, lo que muestra un aumento de casi un 15%. Esto está explicado fundamentalmente por el precio del fertilizante, la urea y el tipo de cambio. Ante esta situación, los productores fueron recortando algunas zonas más riesgosas o de menos potencial productivo. “El otro 3% se debe a la falta de agua, siendo que las dos represas más grandes que son las de India Muerta y Corrales están con una faltante, la primera con un llenado del 70% al tiempo que la segunda en un 65%”, añadió Uraga. Indudablemente el descenso de superficie es una mala noticia para el sector ya que afecta el año comercial. “La campaña pasada tuvimos un 5% más de área con un excelente rendimiento y un mayor carry over de la zafra anterior: a menor volumen hay efectos en la escala en el negocio”. A su vez, los pronósticos de año Niña establecen un riego dificultoso, pero como contrapartida se puede esperar un mayor rendimiento del cultivo.
En los últimos días además, la industria y la Asociación de Cultivadores de Arroz llegaron a un acuerdo por el precio provisorio. El mismo quedó fijado en US$ 11,35, pero considerando los US$ 0,40 de devolución del Fondo Arrocero y los US$ 0,50 de crédito por devolución de impuestos, el ingreso se cierra en US$ 11,45 para el productor. Esto es 25 centavos de dólar por encima de lo que había depositado la industria al último día de junio tras no llegar a un acuerdo. Además, se cancela el dólar de préstamo que la industria había otorgado al productor en dicha instancia. “Sin dudas está vinculado a una mejora en las exportaciones: en junio llevábamos un 50% vendido y el 70% que llevamos ahora permitió mejorar el valor sobre el 100% del producto, incorporando al precio el préstamo de US$ 1 por bolsa y generando este aumento adicional de 25 centavos”, dijo Uraga. Si bien frente al año pasado (US$ 12,35 precio definitivo) se está en niveles inferiores, existe una nueva realidad en la que el arroz no tuvo el salto de precios que sí tuvieron otros commodities. “Hubo estrategias con grandes cambios en la comercialización vendiendo más arroz cáscara, más cargo (integral), más parboiled y por tanto menos blanco. En teoría, estos productos son de menor valor agregado, pero creemos que en el conjunto de la venta global se captura el valor haciendo negocios estratégicos de esta modalidad”, aseveró el gerente de operaciones de Saman. “El año pasado en diciembre teníamos 100.000 toneladas de arroz elaborado en stock y fue el escenario para concretar una venta de paddy a Costa Rica con precios que resultaron ser los más bajos de este ejercicio: tener un 70% ahora de arroz vendido permite jugar con más comodidad y cuidado, y esperemos que este 30% que resta nos permita mejorar aún más el precio.
Acerca del relacionamiento entre la Asociación de Cultivadores de Arroz e industria, Uraga fue muy optimista. Valoró que a pesar de no haber acordado al 30 de junio, en octubre que no hay necesidad obligatoria de ajustes de precio, se llegó a un acuerdo, que es reflejo de las mejoras de precio registradas de esa fecha hasta hoy. “Es una señal hacia los productores y el exterior de que estamos con la relación en muy buenos términos”, dijo Uraga.
Consultado por el sistema precio convenio, aseguró que está “súper vigente”, porque “para la situación de Uruguay, con una dependencia a la exportación de un 95% y una variabilidad de situaciones en el año este sistema es un paraguas que refleja la realidad del país: el que quiera quedarse con su arroz y especular puede hacerlo y le va a salir bien o mal, pero este sistema es sano y reduce costos de transacción que, de no existir el convenio, derivaría en dinero que sale del sistema hacia actores que hoy no están”. Por todo ello, para Uraga “el precio convenio es la mejor herramienta para fijar los precios en esta condición”.
Considerando la productividad récord de arroz (aproximadamente 9.450 kilos por hectárea en promedio en la cosecha de 2021 y 9.200 en 2022), sumado a la mejora que se había registrado el año pasado en los valores, el sector arrocero uruguayo planeaba expandirse. Los altos costos, el tipo de cambio más débil, la falta de agua y una caída de los precios lo inclinó finalmente a ajustar a la baja. “A lo largo de la historia, el área acompaña el margen en chacra, tuvimos 3 años con números positivos y ahora la propia expectativa de que este año pueda llegar a ser negativo genera un ajuste en superficie”. A su vez, los productores arroceros deben competir con otros cultivos y con las rentas ganaderas, añadiendo que en un 70% son medianeros de tierra y agua. Por eso, desde Saman se busca que la sinergia del arroz con otras explotaciones las haga el propio arrocero. “En promedio para los productores de Saman, de cada 100 hectáreas que hacen de arroz, hacen 50 de otros cultivos y el doble de ganadería: es decir que tenemos productores que hacen 66.000 de arroz, pero también 33.000 de otros cultivos y 110.000 de ganadería. Parte de la rentabilidad de hacer arroz se captura en los otros rubros de la rotación”, cerró Uraga.
En lo que va del año, se lleva comercializado más del 70% de la cosecha de arroz. Este nivel de ventas se logró concretar luego de que la cadena arrocera hiciera una rápida adaptación al nuevo escenario de logística internacional que comenzó en 2001 y que se ha mantenido en el presente año, con una menor disponibilidad de contenedores aptos para cargar alimentos, falta de espacio en los buques y el aumento considerable en la tarifa de los fletes internacionales, en algunos casos de hasta 5 o 6 veces más. “Recientemente cerramos un negocio a Irak después de más de 1 año sin vender a ese mercado, lo que es una gran noticia. La modalidad es distinta: esta vez es arroz integral a granel, cuando históricamente se vendió arroz blanco embolsado. Son 25.000 toneladas a cargar a fines de octubre, en la que participan varios molinos”, dijo Diego Nicola (foto inferior), gerente de Comercio Exterior de Saman.
En tiempos en los que la inserción internacional está sobre la mesa, Nicola opinó sobre un posible TLC con China. “Somos optimistas por los eventuales impactos, pero en el largo plazo”. China es un mercado enorme y colocar parte de nuestro arroz allí ya sería un cambio, si bien hay que prestar atención a las variedades que soliciten, el proceso, el secado y demás».
En un producto como el arroz, que es de bajo valor relativo por tonelada y compite con otros de mayor precio, le va la vida en la inserción internacional. “Es clave tener acceso a varios mercados y no depender de ninguno en particular”, dijo Nicola, quien añadió que en Europa, a modo de ejemplo, este año tuvimos un aumento de tarifas de importación de 30 euros a 65 por tonelada, entonces en un producto que vale US$ 500 FOB, el impacto es alto.
La adaptabilidad fue clave, pero más lo fue la ejecución. “En lo que va del año ya llevamos más barcos cargados que en todo el año pasado, e incluso llenamos bodegas de 5.000 o 10.000 toneladas que no era lo normal, porque estos volúmenes antes salían en contenedores”, aseguró el gerente comercial de Saman. “La industria se adaptó rápido porque sacar este volumen de arroz sin cambiar el modelo de venta era imposible. En agosto sacamos 14.800 toneladas en contenedores, que es el nivel más alto de los últimos 2 años, pero Saman exportaba antes de 20.000 a 24.000 toneladas en contenedores en un mes: el volumen grande hoy no sale en contenedores porque no hay capacidad y los costos subieron mucho”, explicó Nicola acerca del modelo de negocio.
En el último mes y medio mejoró la situación de algunas rutas marítimas, como puede ser México o Perú, pero en otras, como Europa o Turquía no se vieron las bajas aún. “Estos últimos mercados son importantes para nuestro arroz parboiled y nuestras variedades de granos medios, y hay que ver también qué pasa con los fletes a Estados Unidos y Canadá, que por su alto valor imposibilitan las ventas”, dijo Nicola. En este panorama, hay que ver lo que sucede también con los fletes de nuestros competidores, ya que incide de forma trascendente, sobre todo los del Mercosur y Asia. También observar el valor de exportar en buque versus el uso de contenedores, y así ir tomando decisiones de venta.
Al día de hoy, considerando los firmes precios de Estados Unidos y el debilitamiento de Asia, en conjunto con las relatividades del tipo de cambio en Uruguay, mercados como México, Venezuela, Europa, Costa Rica y Cuca tomaron mayor relevancia, tanto en blanco como en cargo y cáscara. Otros mercados se perdieron por competitividad, como Estados Unidos o Canadá, y hasta el mes pasado Irak no representaba incidencia en la demanda.
“Uruguay sigue siendo considerado un productor de arroz de muy alta calidad, donde la integración de toda la cadena, desde productor hasta industria, es una ventaja al momento de diferenciarse de otros orígenes” dijo Nicola, y cerró: “Esto, junto con la flexibilidad operativa y la buena ejecución de los negocios, permiten ser optimistas en cuanto a mantener la demanda por nuestros productos en los mercados más exigentes del mundo”.